Fue una mujer que vivió sirviendo a la humanidad con la sencillez y la humildad con que lo hacen las almas grandes, se convirtió en instrumento de Dios para darle vida a una Congregación (Hermanitas de los Pobres de San Pedro Claver), legándole el carisma de servicio sencillo humilde al pobre y necesitado por amor, lo que la hace muy agradable a Dios, con el propósito de que se perpetúe haciendo presente el reino de Dios en el mundo. Por esta razón, nos empeñamos de trasmitirla a quienes buscan caminos de santidad acordes a l estilo de vida y en cualquiera de las vocaciones que posea.
La Venerable Madre Marcelina, nación en Caracas (Venezuela), el 18 de junio de 1874. Sus Padres le dieron una sólida formación, le enseñaron a amar a Dios y al prójimo. Desde muy niña comienza a vislumbrarse en ella el amor a Dios, manifestándose en el servicio a los pobres y necesitados. Tenía un gran amor a la Santísima Virgen María y a la naturaleza, frecuentemente preparaba lindos ramos para adornar el altar de Jesús y de la Santísima Virgen María y se los ofrecía “Las flores las hizo Dios para mí y a mí para Él”.
Esta familia de Hermanitas de los Pobres de San Pedro Claver, nace el 11 de febrero de 1912, bajo el dinamismo del Espíritu y la valentía de la madre Marcelina y sus compañeras, va difundiéndose esta semilla dando respuesta a las situaciones de dolor, de soledad, de abandono y de miseria que caracterizaba la época. El 11 de febrero de 1958 recibe del Papa Pio XII, la aprobación pontificia de su Congregación, y brota de su corazón esta exclamación: Ahora Señor, puedes dejar a tu sierva en paz”.
A los 85 años, su vida se va apagando con la alegría de los justos: “Que dicha ir a mi Dios, que dicha encontrarme cara a cara con el Amado”. Al preguntársele si quería algo, responde: “Quiero un vaso grande, tan grande, como el mundo, colmado de amor de Dios. Sufro una gran sed de amarlos y de darle gloria”.
El 16 de noviembre de 1959, murió como hostia de alabanza, pensando en Dios, en los pobres y en la Congregación. El 18 de junio de 1986 la Congregación nuevamente se viste de fiesta al iniciarse el proceso de canonización siendo declarada Sierva de Dios, el 12 de diciembre de 2012 el Papa francisco reconoce sus virtudes Heroicas, declarándola Venerable.
Sus Hijas perpetúan este servicio por amor y elevan su plegaria a Dios porque sea glorificada en la tierra, para alabanza el Señor y ejemplo de vida y santidad para el pueblo de Dios.